miércoles, 16 de septiembre de 2009

RECICLAR ES PROTEGER EL MEDIO AMBIENTE

Vivimos en un mundo rodeados de plástico. Nuestro primer contacto con esta materia es el biberón, el juguete, el plato; después el peine el cepillo de dientes, la botella de leche, todo es plástico. El plástico ha sustituido al vidrio, a la madera y a la cerámica, encontrándose hoy en cualquier esquina del hogar, del trabajo o del automóvil.
Desde que el químico Alexander Parkes descubrió el plástico a partir de la celulosa (1865), hasta hoy, química y técnica han evolucionado de manera galopante. Sin duda alguna, este descubrimiento ha contribuido a mejorar las condiciones de vida del hombre, pero su destrucción presenta un grave problema a la sociedad. Estamos muy preocupados en fabricar y consumir, y no prestamos demasiado interés sobre las repercusiones que tienen los desechos en el medio ambiente.
El plástico desechado termina su vida de diferentes formas: en vertederos incontrolados, incinerado o reciclado. En Europa son almacenados en vertederos incontrolados el cincuenta por ciento de los desechos, cifra muy alarmante, pues debido a su estructura química, esta materia permanece intacta hasta cincuenta años.
Incinerar, es el modo más habitual de desprenderse de los desechos en todos los países, pero también el más equivocado. El plástico al quemarse produce emanaciones nocivas. Dependiendo del tipo de plástico puede desprender: dióxido de carbono, monóxido de carbono, ácido prúsico (cianhídrico), y clorhídrico, este último se desprende de la combustión del cloruro de polivinilo (PVC), es muy corrosivo y afecta al sistema respiratorio. Incinerar, es por tanto, envenenar más el aire que respiramos.

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